Llegué a la puerta del castillo. El duende me había prometido con una sonrisa burlona que allí dentro encontraría el mayor tesoro que jamás había existido. No me suelo fiar de los duendes, pero en esta ocasión algo me decía que era cierto. Aunque también me había dado una advertencia: "Tu objetivo es el tesoro, y el castillo está lleno de trampas. No te dejes distraer y tendrás más posibilidades de encontrarlo." Intenté abrir la puerta pero estaba cerrada, así que [[ escalé hasta una de las ventanas que estaba abierta]] [[ rodeé el castillo y entré por una puerta trasera, que estaba escondida]]Cuando salté de la ventana, me encontraba dentro del castillo. Estaba en un pasillo lleno de armaduras y algunas antorchas que iluminaban la estancia. [[Fui hacia mi derecha]] [[Fui hacia mi izquierda]] Llegué a lo que parecía la cocina del castillo. Había una mesa enorme llena de comida con una pinta deliciosa. Mis tripas empezaron a rugir, pues desde el desayuno no había probado bocado. No podía perder el tiempo comiendo, tenía que buscar el tesoro, pero la comida tenía una pinta y un aroma tan apetitosos... [[Decidí servirme un plato antes de seguir con la búsqueda]] [[Vencí mi gula y salí a un pasillo]] y pronto me encontré con el final del pasillo, donde había una puerta de madera con un pomo que parecía de oro. Giré el pomo y la puerta se abrió. Al otro lado, había una habitación muy grande, llena de jaulas de pájaro vacías. [[Entré en la habitación]] [[Me di la vuelta y salí de nuevo al pasillo]]Recorrí el pasillo que era largo y frío. No había ninguna puerta o ventana, sólo más armaduras y antorchas. Al menos había luz. Parecía interminable, no se veía el final. de repente escuché un ruido a mi espalda. Me di la vuelta y me encontré con una anciana que me miraba fijamente, y que extendía la mano cerrada hacía mí. [[Le pregunté quien era]] [[Seguí caminando sin hacerla caso]]y observé las jaulas. Eran grandes, enormes, algunas tan grandes que una persona cabría dentro. También eran muy bonitas. Algunas eran de plata y otras eran de oro, con unos barrotes firmes y duros, pero elegantes. Me acerqué a una especialmente grande y bonita, y me metí dentro. Era prácticamente de mi tamaño, podía estar de pie sin necesidad de agachar la cabeza. Entonces, la puerta de la jaula se cerró de golpe. Intenté abrirla, pero era imposible. [[¡Estaba encerrado!]] "Dentro de esa habitación no hay ningún tesoro". Recorrí de nuevo el pasillo que era largo y frío. No había ninguna puerta o ventana, sólo más armaduras y antorchas. Al menos había luz. Parecía interminable, no se veía el final. De repente escuché un ruido a mi espalda. Me di la vuelta y me encontré con una anciana que me miraba fijamente, y que extendía la mano cerrada hacía mí. [[Le pregunté quien era]] [[Seguí caminando sin hacerla caso]]Ella no contestó nada, sino que extendió aún más hacía mi su mano, insistentemente. Me acerqué a ella y me puso sobre la mano lo que tenía en el puño cerrado. Abrí la mano y vi una pequeña llave dorada. La anciana me guiñó un ojo y se fue por el pasillo. Decidí seguir mi camino. Tras unos pasos, encontré una puerta abierta. [[La atravesé]] [[Giré en la dirección contraria]]"He venido buscando un tesoro, no a una vieja". Caminé y caminé hasta que llegué a una pared amplia, donde había un gran espejo con un marco de oro y piedras preciosas. Estaba maravillado. Miré mi reflejo en el espejo. Tenía un aspecto majestuoso. Miré detenidamente y me di cuenta de que vestía otra ropa que no llevaba. Una ropa digna de un rey: Un manto largo de terciopelo, con joyas engarzadas. En mi mano un cetro de oro y sobre mi cabeza una gran corona. Estaba extasiado. De repente, tras de mi en el reflejo del espejo, aparecieron montañas de oro. Cada vez más y más. ¡Era el tesoro! ¡El tesoro que estaba buscando! Extendí la mano, casi podía tocarlo. El oro brillaba tanto, y estaba tan cerca... Pero cuando mi mano toco el cristal la superficie del espejo pareció convertirse en agua, y mi mano se hundió en ella. Perdí el equilibrio, y todo mi cuerpo se precipitó hacia el espejo. Caí con un fuerte golpe al suelo. Me puse de pie con un poco de dificultad. ¡Había atravesado el espejo! Pero el cristal seguía intacto. No había nada de lo que había visto en el reflejo. Es más, no había nada de nada. Solo oscuridad absoluta. El lado del espejo que daba a la habitación se parecía ahora a una ventana a través de la cual podía ver el pasillo donde había estado antes. Quise salir. Grité, golpeé y pataleé. No había manera de salir de allí. De repente, la anciana que había visto antes apareció por el pasillo. Grité aún más fuerte pidiéndola ayuda. Ella se acercó al espejo, y me miró. Me miró fijamente. Entonces, levantó una mano y lentamente se la llevo a la barbilla. Con el dedo pulgar e índice hizo unas pinzas y rodeó un largo pelo negro que le salía de allí. Tiró con fuerza y el pelo salió de su piel. Hizo un pequeño sonido de aprobación y se fue, lentamente, por el pasillo. El pasillo que desde entonces es mi única ventana al mundo. FINy llegué a una escalera de caracol que bajaba y subía. [[ Subí]] [[Bajé]] y pronto me encontré con el final del pasillo, donde había una puerta de madera con un pomo que parecía de oro. Giré el pomo y la puerta se abrió. Al otro lado, había una habitación muy grande, llena de jaulas de pájaro vacías. [[Entré en la habitación de las jaulas de pájaro]] [[Me di la vuelta y salí de nuevo al pasillo]]Me agarré al pasamanos. En cuanto posé un pie en la escalera, los escalones desaparecieron dando paso a una rampa. La escalera se había convertido en un tobogán por el que habría caído irremediablemente sino me hubiese agarrado bien fuerte a la barandilla. Empecé a subir por la rampa, escalando con cuidado para no caerme. Subí un piso, hasta que llegué a un nuevo pasillo. Salté desde la rampa y aterricé en el suelo. En este pasillo me encontraba ante tres puertas. [[entre por la puerta de la derecha]] [[entre por la puerta del centro]] [[entre por la puerta de la izquierda]]y en cuanto posé un pie en la escalera, los escalones desaparecieron dando paso a una rampa. La escalera se había convertido en un tobogán por el que caía sin control alguno. Bajé dando un grito hasta que caí al agua, a una especie de sala inundada. Me hundí unos metros pero conseguí bucear hasta la superficie. Salí del agua nadando hasta un extremo de la sala, donde había una estantería de madera. Cuando estaba sentado, me di cuenta de que la llave que me había dado la anciana se me había caído. Miré al agua y vi un pequeño brillo dorado en el fondo del agua. [[Me sumergí de nuevo para recuperar la llave]] [[Decidí dejar la llave y salir de esa habitación cuanto antes.]] El agua me pareció aún más fría que al principio. Aspiré hondo y tome impulso para llegar hasta el fondo, donde se encontraba la llave. Pero cuando sumergí la cabeza el brillo dorado de la llave desapareció. Miré a mi alrededor, pero no la encontraba. Me estaba quedando sin aire, pero al intentar salir a la superficie me di cuenta de que mi ropa se había enganchado con un clavo del suelo. Intenté desengancharme, pero era imposible. Quise quitarme la camisa, pero ya no me quedaba oxígeno en los pulmones, y mis movimientos eran torpes y débiles. Empezaba a ver todo borroso a mi alrededor. Hice un último esfuerzo, di un fuerte tirón, pero el clavo parecía clavarse aún más y más en mi ropa. La última imagen que se quedó en mi mente fue la del duende sonriendo burlonamente. FINEncontré a mi derecha una raja en la pared suficientemente grande como para introducirme por ahí dentro. Pasé mi cuerpo entre las piedras, pero cuando sólo me quedaba un pie al otro lado se oyó un fuerte crujido y las paredes empezaron a temblar. Tuve tiempo de entrar por completo a la nueva sala, pero la pared se derrumbó, cerrando la rendija que me había servido de puerta. La nueva sala parecía una especie de mazmorra. Había grilletes en las paredes y cadenas, pero ni una sola persona. Seguí caminando. De nuevo, el camino parecía interminable. Andaba y andaba, pero no llegaba a ninguna puerta o sala nueva. Después de media hora caminando, me di cuenta de que estaba caminando en círculos. ¡Era un pasillo circular! Desesperado, busqué una salida, una mínima rendija, pero nada. Me quedaría atrapado en la mazmorra del castillo para siempre. FINEntre en una sala enorme, tan grande que no veía el final. La sala estaba llena de baúles y cofres amontonados de todos los tamaños. ¡Cualquiera de ellos podría ser el tesoro! Me acerqué a uno de ellos, y traté de abrirlo. Estaba cerrado. Entonces recordé la llave que me había dado la anciana. La saqué y probé a abrir el baúl. ¡Funcionaba! Pero el baúl no tenía ningún tesoro, sólo una nota que decía: "Amigo que buscas el tesoro, en esta sala está el cofre que lo contiene, pero no es éste". Me dirigí a otro baúl. La llave encajaba también en éste. Pero dentro sólo había una nota idéntica a la anterior. Desesperado, seguí abriendo baúles. Decenas, cientos, miles. ¡Podría tardar toda la vida! Pero no me importaba, porque sabía que el tesoro estaba allí dentro. Pasaron años y años, y aún sigo abriendo baúles. Pero aunque aún no encontrado el tesoro cada vez estoy más cerca. Cada vez, más cerca...¡Y será mío! FINY llegué a una sala con un cofre enorme. Mi corazón dio un brinco de la emoción. ¿Podría ser el tesoro? Me acerqué lentamente, me incliné e intenté abrir el cofre. Estaba cerrado. Entonces recordé la llave que me había dado la anciana. La saqué y la metí en la cerradura. ¡Encajaba! Abrí el cofre con cuidado. ¡No había ni una pizca de oro! Sólo una nota de papel doblada. Con nerviosismo la cogí y la leí: "Lo siento, amigo desconocido, pero el tesoro es mío. Firmado: El duende" Arrugé la nota de papel y la arrojé al suelo. -¡Duende traidor! ¡Cuando te coja te vas a enterar! FINY entré en una sala amplia y limpia, con una silla blanca en el centro. En ella estaba sentada una hermosa joven. Tenía los ojos cerrados. Me acerqué a ella y la toqué en la cara con cuidado. De repente, abrió los ojos. - ¿Quién eres tu? ¿Qué haces aquí? - Soy el héroe, vengo a buscar el tesoro del castillo. El duende me prometió que lo encontraría aquí. -¡El duende! Yo también vine buscando el tesoro, pero ese duende traidor me engañó y me encadenó en esta silla, dejándome aquí encerrada. El maldito se llevó el tesoro. Miré sus muñecas y en efecto, tenía unos grilletes en ellas. Entonces, recordé la llave que me había dado la anciana, y probé a abrirlos. ¡La llave funcionaba! Sonriendo, me dio un abrazo para agradecérmelo. -No hemos conseguido este tesoro, pero podemos buscar otro, juntos. Así que salimos del castillo, y nos fuimos en busca de nuevos tesoros. FIN ¡Había de todo! Pollo asado, puré de patatas, guisantes y judías verdes, platos de aromático arroz, soperas a rebosar, un delicioso jamón, carne rellena de frutos secos, pescados hechos al horno y una gran cantidad de fruta fresca como ciruelas, piñas, peras y uvas grandes y de colores brillantes. Además de tartas y pasteles de crema y chocolate. Empecé a servirme un plato tras otro de comida. Cuanto más comía, más hambre tenía. No podía evitarlo, mi boca ya no respondía a mi cerebro. Sólo quería comer más y más. Pero además, por mucho que comía, la mesa no se vaciaba de comida. Al contrario, cada vez parecía más llena, como si por algún tipo de misteriosa magia las bandejas de comida se rellenasen solas. Aún sigo comiendo. Está todo tan rico. No puedo pensar en otra cosa. De hecho, ni siquiera recuerdo por qué había venido a este castillo. FINEmpecé andar y andar por el pasillo lleno de antorchas y armaduras. Todavía recordaba la cocina con el suculento banquete. ¡Qué hambre tenía! No podía más, volví sobre mis pasos a la cocina, pero justo cuando entré [[Me di la vuelta y salí de nuevo al pasillo]]Tras unos minutos, escuche un aleteo muy fuerte, y por la ventana abierta de la habitación entró una especie de pájaro gigante, más grande que yo. El pájaro me miró y se acercó hacía mí. Para mi sorpresa, comenzó a hablar: -¡Vaya, vaya! Parece que tengo un nuevo "pajarito".- El pájaro comenzó a reírse y a reírse cada vez más alto. Desde entonces vivo en esta jaula. Mi amo pájaro es bastante amable y me da comida todos los días. FINy observé las jaulas. Eran grandes, enormes, algunas tan grandes que una persona cabría dentro. También eran muy bonitas. Algunas eran de plata y otras eran de oro, con unos barrotes firmes y duros, pero elegantes. Me acerqué a una especialmente grande y bonita, y me metí dentro. Era prácticamente de mi tamaño, podía estar de pie sin necesidad de agachar la cabeza. Entonces, la puerta de la jaula se cerró de golpe. Intenté abrirla, pero era imposible. ¡Estaba encerrado! Me palpé la ropa en busca de algo que pudiese ayudarme a salir de allí. En mi bolsillo me topé con algo pequeño y metálico... ¡La llave que me había dado la anciana! La puse en la cerradura de la jaula y ¡clack! ¡Ésta se abrió! Salí rápidamente de la jaula y de la habitación, y de nuevo me encontré en el pasillo. Anduve unos pasos y frente a mí encontré otra puerta. [[La atravesé]]